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Displasia de cadera
Es una enfermedad desgraciadamente muy difundida en numerosos perros, en particular en las razas medianas y grandes. La displasia de cadera se manifiesta de un modo precoz por una artrosis más o menos importante. La cabeza del fémur, encajada en la cavidad glenoidea de la pelvis, es mantenida allí por una cápsula fibrosa, por los músculos de esta zona y por un ligamento llamado "ligamento de la cabeza". En el caso de una displasia, se produce un desfallecimiento de este ligamento, no fijando completamente la cabeza, que se mueve a raíz de ello anormalmente en su cavidad, arrastrando una deformación y posteriormente una artrosis.
Aunque sea hereditaria, y a pesar de los esfuerzos de los criadores, el sistema de transmisión, extremadamente complejo, de la displasia no permite erradicarlo completamente. También hay que precisar que otros factores, además de la transmisión genética, pueden afectar al desarrollo de esta afección: la alimentación y el medio ambiente, con excesos eventuales de actividad física.

Los síntomas no son del todo evidentes, aparte de un paso sospechoso en el cachorro que se contonea fuertemente del tren trasero. En el adulto observamos un cojeo, por la mañana al amanecer o después de un largo momento de descanso. Pero estos síntomas varían muchísimo de un sujeto a otro. Un perro que padece displasia puede sufrir artrosis sólo años más tarde, mientras que en otros se declarará de modo mucho más precoz.
TRATAMIENTO
El tratamiento puede consistir ya sea en la administración de antiinflamatorios o con una intervención quirúrgica. Existen numerosas técnicas, según la evolución de la afección y del estado general del perro. También se practica actualmente una prótesis, un método más costoso, pero que parece ser muy eficaz.
Según la gravedad de la displasia y después del establecimiento de un diagnóstico por radiografía (solamente a partir de la edad de 12 a 18 meses, según la raza), el perro es clasificado en una de las categorías correspondiente a su estado. De A a E (A siendo el signo de la ausencia de displasia y E la forma más pronunciada).
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